A medida que las poblaciones empezaron a asentarse en el Occidente de los Estados Unidos, a principios de 1800, se inició un lucrativo comercio por la piel y la carne del Bisonte Americano.La masacre de los Bisontes se vio alentada por el gobierno de los EE.UU. como un medio para matar de hambre a los indígenas americanos, los cuales confiaban en los bisontes como fuente alimenticia.
La caza del bisonte se hizo tan frecuente que los viajeros en los trenes en el Medio Oeste disparaban a los Bisontes durante los viajes en tren de larga distancia.
La única razón por la que los bisontes no se extinguieron a finales del siglo XIX es por la enorme cantidad que había, no por la falta de empeño en sus aniquiladores. Fue el mismísimo ejercito de los estados unidos el encargado de la masacre en la década de 1870, aunque ya antes se había reducido peligrosamente el número de ejemplares, exactamente desde que llegaron los colonos.
¿Por qué esta persecución de forma masiva a un animal que no había hecho nada, ni se había metido con nadie? La razón es aún más bestia que la matanza en si: para acabar indirectamente con los indios, que se alimentaban y vestían gracias al bisonte. Si desaparecía el bisonte desaparecía el indio, una demostración de la lógica aplicada al mal.
El bisonte vivía en grandes manadas a lo largo y ancho de todas las planicies del norte de México, los Estados Unidos y Canadá, ocupando territorios desde las Montañas Rocosas al oeste hasta los Apalaches al este y desde los grandes lagos de Canadá hasta México. La cacería en plan masivo del bisonte se inició con la llegada de los ingleses a la costa este, por el valor de su piel, y provocó que grandes tribus nativas se desplazaran a otros territorios, lo cual fue la inspiración para actuaciones posteriores.
En contraposición, el indio americano respetaba profundamente al bisonte y lo veneraba por sus cualidades, y no nos vamos a engañar, por todos los beneficios que aportaba. Sabemos que había cazadores indios que respiraban el último hálito del bisonte cazado como postrera señal de agradecimiento, admiración y a mi modo de ver las cosas, de afecto, pues tiene que haber mucho afecto para respirar el aliento de un moribundo. Y desde luego jamás cazaban una pieza que no se fueran a comer, sobre todo porque no sabrían qué hacer con el cadáver.
Se estima que antes de la llegada de los europeos al continente, había entre 60 y 100 millones de bisontes ocupando todas las praderas disponibles. En el año 1890 quedaban 750 ejemplares. Actualmente es una especie en recuperación en varios parques naturales como Yellowstone y otras reservas, y también en granjas de explotación para consumo de su carne, pues además de su valor nutritivo, tiene menos grasa y menos colesterol, aunque a juzgar por lo que yo he visto comer a los americanos, el colesterol no parece figurar entre sus grandes preocupaciones.
Los bisontes americanos, a menudo llamados búfalos, son animales enormes que alguna vez poblaron las llanuras en grandes cantidades. Los indios se basaron en estas criaturas para alimentarse, utilizar las pieles para confeccionar prendas de vestir, y sus huesos para hacer herramientas. El hombre blanco llegó y los mató hasta casi el punto de la extinción. Son considerados los más grandes de todos los animales terrestres de América del Norte.
Estado de conservación: casi amenazado.
Descripción. El bisonte americano es un animal grande, con una piel gruesa, su pelo es corto y muy rizado. Es de color marrón oscuro o negro, y tienen una joroba detrás de sus hombros, son animales muy poderosos. Tienen cuernos cortos, pero fuertes, y los utilizan para excavar, así como para luchar. Los machos pueden ser más de 6 pies de altura y pesar hasta 2,200 libras, y los cuernos pueden ser de hasta 2 pies de largo para los mayores.
Distribución. Hoy en día existen determinados lugares donde el bisonte americano vaga, la mayoría de esos lugares son parques nacionales donde están bien protegidos de los cazadores. Existen algunos criados comercialmente como fuente de carne. Las hamburguesas de búfalos y otras opciones de carne se consideran mejores para la salud humana que la carne proveniente del ganado. Existen alrededor de 500.000 en estos ranchos de crías.
Comportamiento. La mayoría de las veces el bisonte americano es tímido y tranquilo, sin embargo, van a atacarse unos a otros para demostrar dominio o luchar por la comida. Los machos pueden ser muy agresivos durante el apareamiento, y las hembras pueden ser agresivas si sienten que sus crías están en peligro. El bisonte americano vive en grandes manadas, donde tienen sus propios niveles de jerarquía.
Los machos por lo general se dejan los rebaños cuando cumplen cerca de 3 años de edad, regresan cuando es hora de aparearse. Las hembras viven en manadas maternales con sus crías.
Alimentación. El bisonte americano es un animal herbívoro, consumen grandes cantidades de hierba. Por lo general, se alimentan durante dos horas, descansan, y luego mastican bolo alimenticio que crean. Luego repiten el ciclo una y otra vez. Ellos continuamente se mueven alrededor de nuevas ubicaciones a fin de no agotar cualquier área dada.
El bisonte americano da vueltas siguiendo el crecimiento de las hierbas en las distintas estaciones.
Reproducción. Agosto y septiembre son los meses en que se produce el apareamiento para el bisonte americano. El período de gestación dura alrededor de 285 días, dan a luz a una sola cría que se alimentará durante un año, hasta que nazca la próxima cría. Se consideran maduros para el apareamiento cuando tienen cerca de 3 años, y su esperanza de vida es de 15 a 25 años.
Conservación. Gracias a los esfuerzos de conservación, el bisonte americano sigue estando hoy en la Tierra. Todavía se consideran casi amenazadas, habiendo alrededor de 15.000 de ellos en un campo abierto en América del Norte. Uno de los mayores problemas es que existe falta de diversidad genética debido a los bajos números que una vez sufrieron.
Para ayudar con esto, existen varios programas de cría que aseguran que haya más diversidad entre el bisonte americano, es una manera de asegurarse de que tengan genes saludables para su supervivencia.