El Mar Mediterráneo es el mar interior más grande del mundo con alrededor de 2,5 millones de kilómetros cuadrados, únicamente conectado de manera natural al océano Atlántico por el estrecho de Gibraltar, está rodeado por veinte países que pertenecen a tres continentes (Europa, África y Asia). En su cuenca viven 130 millones de habitantes que comparten 46.000 Km de costa; la región mediterránea además de contar con un alto crecimiento de la población es uno de los más importantes focos turísticos del mundo, con una media superior a 100 millones de visitantes al año.
Esta enorme cantidad de habitantes viviendo en la costa del Mar Mediterráneo y el estar rodeado casi por completo por tierra firme, lo convierte en el mar más contaminado del mundo, no solo por la famosa contaminación de envases plásticos sino también por hidrocarburos, los cuales, junto a la acidificación, se están convirtiendo en un problema serio para estas aguas.
Para Aguilar, las basuras flotantes como botellas y bolsas de plástico forman otro de los puntos negros de la contaminación (el 80% de las basuras en el mar son plásticos) y aunque en España no es normal encontrar “islas flotantes de basura” en zonas próximas al Estrecho del Mar Mediterráneo existen zonas de alta de densidad de plásticos.
Afortunadamente aún no podemos dar por perdido el ecosistema marino, pero los niveles de hidrocarburos disueltos en sus aguas son de hasta 5 gramos por litro e incluso superiores a la peligrosa cifra de 10 gramos por litro en zonas de contaminación crónica aguda como por ejemplo, las aguas circundantes a grandes puertos como el de Barcelona y Algeciras o en áreas industriales, ya que muchas de las industrias situadas a lo largo de la costa mediterránea vierten toneladas de residuos directamente a sus aguas sin ningún control, suponiendo un riesgo para la salud de las poblaciones cuya principal fuente de alimento es el mar, de hecho ya se está empezando a recomendar a embarazas y a niños que eviten comer cierto tipo de pescado.
La contaminación de las aguas del Mar Mediterráneo repercute directamente en la fauna marina del planeta, la cual entre un 6 y un 12% vive en este mar; así, un estudio realizado a las tortugas capturadas en el Mediterráneo central reveló que en el 20 % de las especies muestreadas había restos de contaminación por hidrocarburos y basuras flotantes. Pero la contaminación no solo afecta a los animales de tamaño medio-grande, sino que también se ven afectadas especies de tamaño pequeño muy habituales en nuestras mesas a la hora de la comida, un estudio de Oceana determina que los bivalvos (mejillones, almejas, navajas…) del Mediterráneo presentan más del triple de elementos contaminantes en sus cuerpos que los del Atlántico. Al comparar los peces del océano Atlántico con los del mar Mediterráneo se observa que los del Mediterráneo llegan a estar 12 veces más contaminados.
Un informe de Greenpeace asegura que por cada metro cuadrado de agua del Mar Mediterráneo se encuentra una media de 33 unidades de residuos.
Estas cifras de contaminación tiene varias explicaciones, en el Mar Mediterráneo navegan cerca del 30% de mercantes de todo el mundo y el 20% de los petroleros, lo que supone una media de 12.000 buques cada año, a pesar de esto un informe de la UE asegura que el 80% de la contaminación procede de tierra firme.
Debido a que el Mar Mediterráneo es un mar semicerrado, se estima que para renovar por completo sus aguas se necesitaría un mínimo de 80 años teniendo en cuenta que la contaminación cesara por completo.
Afortunadamente existen algunos convenios y protocolos para intentar minimizar la contaminación de las aguas mediterráneas, pero su puesta en marcha es bastante complicada y prácticamente nunca llegan a cumplirse por completo, ya que nunca llegan a ningún acuerdo conjunto todos los países que rodean el Mediterráneo debido principalmente a que cada país tiene intereses distintos a los otros.
Así que por ahora a los ciudadanos de a pie solo nos queda intentar ayudar reciclando y mirando la procedencia del pescado y marisco que compramos.
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